Desde aquellos eremitas que se establecieron en el monte Carmelo, los Carmelitas se han distinguido por su profunda devoción a la Santísima Virgen, interpretando la nube que vio el criado de Elías:
Como a los antiguos marineros, que leían las estrellas para marcar su rumbo en el océano, María como Estrella del Mar, guía por las aguas difíciles del mundo, hacia el puerto seguro que es Cristo.
Cuando Palestina fue invadida por los sarracenos, los Carmelitas tuvieron que abandonar el Monte Carmelo.
Una tarde gozosa, mientras cantaban la Salve, se les apareció la Virgen y les prometió que sería su Estrella del Mar, por la analogía de la belleza del Monte Carmelo que se alza como una estrella junto al mar Mediterráneo, dando cumplimiento a la profecía de Zacarías (7,14):
"Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos y se harán pueblo mío".
DOGMAS DE FE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Un dogma indica una creencia, doctrina o proposición sobre cuya verdad no se admiten dudas.
Los clásicos emplearon esta palabra para referirse en general a las afirmaciones de una persona o escuela, pero actualmente solo se utiliza para definir a los principios que una religión afirma y cuyo acatamiento exige de todos los fieles.
El primer uso registrado en este sentido se remonta al Concilio de Jerusalén, conservándose en el texto de “Hechos 16:4” donde se designan las instrucciones que el primer Concilio dirigió a los primeros cristianos.
En la denominada “Antigüedad tardía”, que comprende desde la crisis del siglo III hasta finales del VIII, en los textos que escriben los Padres de la Iglesia, el término pasó a indicar los mandatos instituidos por Jesús de Nazaret, o por los Apóstoles. Se le denomina “Patrística”.
En la escolástica, movimiento teológico y filosófico dominante del pensamiento medieval, período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V y el XV, se intentó utilizar la filosofía grecorromana clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo, distinguiendo entre dogmas divinos, enseñados directamente por Jesús, los apostólicos, enseñados por los apóstoles, y los eclesiásticos, instituidos por Concilios o Papas posteriores.
De acuerdo a la doctrina contemporánea de la Iglesia Católica Romana, un dogma es una proposición de fe o de moral revelada por Dios, transmitida por la tradición apostólica, y propuesta formalmente por la Iglesia a los fieles, sea por la autoridad papal, por un concilio o simplemente por el magisterio ordinario de la sucesión apostólica de los obispos.
La creencia en los dogmas de fe es condición indispensable para la pertenencia a la Iglesia cristiana.
Sobre María, la Iglesia pronuncia los siguientes Dogmas de Fe:
El dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios.
Fue definido por el Concilio de Éfeso, en el año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432).
Tiempo después, fue proclamado por otros concilios universales, como el de Calcedonia y los de Constantinopla.
La parte principal de la declaración fue dada en estos términos:
“No decimos que la naturaleza del Verbo, transformada se hizo carne; ni tampoco que se transmutó en el hombre entero, compuesto de alma y cuerpo; afirmamos, más bien, que el Verbo, habiendo unido consigo, según hipóstasis o persona, la carne animada del alma racional, se hizo hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado Hijo del hombre, no por sola voluntad o por la sola asunción de persona. Y aunque las naturalezas sean diversas, juntándose en verdadera unión, hicieron un sólo Cristo e hijo, no porque la diferencia de naturalezas fuese suprimida por la unión, sino porque la divinidad y humanidad, por misteriosa e inefable unión en una sola persona, constituyeron un solo Jesucristo e Hijo. Porque no nació primeramente un hombre cualquiera de la Virgen María, sobre el cual descendiera después el Verbo, sino que, unido a la carne en el mismo seno materno, se dice engendrado según la carne, en cuanto que vindicó para sí como propia la generación de su carne... Por eso (los santos Padres) no dudaron en llamar Madre de Dios a la Santísima Virgen”.
El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:
"Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66)
El dogma de la Virginidad Perpetua se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.
En el Concilio de Letrán celebrado en el año 649 se efectuó la solemne definición dogmática de la Virginidad Perpetua de la Madre de Dios. Los Padres del Concilio compusieron el canon tercero que declaraba este dogma:
“Si alguno, de acuerdo con los Santos Padres, no confiesa que María Inmaculada es real y verdaderamente Madre de Dios y siempre Virgen, en cuanto concibió al que es Dios único y verdadero -el Verbo engendrado por Dios Padre desde toda la eternidad- en estos últimos tiempos, sin semilla humana y nacido sin corrupción de su virginidad, que permaneció intacta después de su nacimiento, sea anatema (hereje)”.
La Inmaculada Concepción
El Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María fue concebida sin mancha de pecado original.
Fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles."
La Asunción a los Cielos
El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1 de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
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